El sendero de la savia ancestral.
ARTEMISA.
Desde el primer aliento del universo, aun cuando la oscuridad desconocía el aspecto y el nombre de la luz, las plantas ya soñaban con existir y expandirse, razón básica de su naturaleza ancestral.
En su sosiego verde habita la memoria de mundos olvidados, mientras sostienen, con audacia, el recuerdo de tiempos remotos donde nuestros antepasados ya reconocían y hacían uso de todo su poder, pues no sólo se curaban y se alimentaban con ellas, sino que eran fuente de inspiración mística tanto para realizar rituales como en la creación de talismanes energéticos.
Desde entonces, las plantas mantienen su maestría en silencio, no hablan con palabras, sino con aromas, colores, con vibraciones, incluso utilizan los susurros del viento para transmitir señales que, a pesar de la sutileza empleada, son determinantes si se sienten.
Cuando nos detenemos para escuchar a las plantas prestando verdadera atención, percibimos en nuestro yo interior cómo nos habla la Madre Tierra a través de ellas, cómo grita cuando está herida y cómo canta si no hay dolor en sus carnes. Es recomendable hacer la prueba y dedicar diariamente unos minutos a cuidarlas con amor y de manera consciente, comprobaréis que se produce una comunicación telepática que impulsa la reconexión con nosotros mismos, hasta el punto de recordar quiénes fuimos cuando nuestras almas olvidaron quiénes somos y se perdieron en el proceso.
Su energía es invisible pero tangible cuando estamos conectados a nuestro real ser, de hecho, tan pronto logramos dicha conexión, se produce una alquimia de luz interna y transformadora en la que se nos transfiere la sabiduría atávica que guardan con recelo desde el origen de la existencia.
Las plantas son seres que emergen de la propia magia, tras el pulso sagrado que se produce entre La Madre Tierra, El Padre Cielo y la chispa divina de la fuente, las raíces se adentran con fortaleza y se intercomunican en el corazón del mundo ancestral, expandiéndose más allá de lo visible y lo invisible. Las hojas, conocedoras del misterio que ocultan las estrellas, se
elevan en silencio hacia el firmamento mientras van recogiendo los secretos camuflados desde la creación. La savia evoca las aguas primigenias y cada semilla que se esparce es símbolo de nueva vida, puesto que se convierte en un fragmento de eternidad a la espera del renacer.
Cuando honramos una planta estamos reconociendo un fractal de la divinidad encarnada en ella, percibimos su “ser elemental” y cada una de sus capacidades, entonces, se genera una sinergia de impulso creativo bidireccional que resulta evidente en el crecimiento interior de ambos y es muy gratificante.
En esta sección denominada “El Sendero de la Savia Ancestral”, intentaremos expresar, en esencia, la influencia que ejerce la energía viva de las plantas sobre todos nosotros, iremos sincronizando sus potenciales a través de los diferentes ritmos que interactúan cada mes.
Nada en la Tierra es estático. Todo fluye, emana y se transforma en función de los movimientos cósmicos.
Así como el mar obedece a la luna y el cambio de estaciones al sol, las plantas responden a las vibraciones sutiles del tiempo, a la posición de los astros y a la luz y la sombra que cada mes trae consigo. Por lo tanto, a lo largo del año, se despiertan en la naturaleza energías específicas que dan lugar a distintos episodios en función de sus peculiaridades. Puede ser que haya plantas que florezcan, que sanen o inspiren con mayor o menor intensidad bajo las pulsaciones mensuales que se sucederán con el devenir de los días.
En el momento actual en el que nos encontramos, nos movemos bajo las frecuencias vibracionales de “OCTUBRE”, mes en el que el lenguaje de las plantas rezuma simbología transformadora que nos adentra hacia la vida interior, actúa como un pasadizo desconocido que nos arrastra a experimentar el renacimiento del ser.
La fuerza de la naturaleza inicia su recogimiento, comienza el descenso hacia la introspección, ha llegado el tiempo de guardar la semilla en el “vientre oscuro” de Gaia y protegerla con su chispa divina.
Desde el punto de vista energético, octubre se rige por el elemento aire en transición hacia el Agua, con lo cual, se asocia a Libra y Escorpio, primero vivimos los aires de equilibrio originados por Venus, pero con el paso de los días y la llegada de Plutón y Marte, acabamos embarcados en las profundidades de la transformación.
Sin embargo, en esta etapa del mes, sólo tendremos en cuenta la influencia que ejerce Escorpio sobre la “ARTEMISA”, planta seleccionada para iniciar este viaje guiado en “El Sendero de la Savia Ancestral".
Octubre es un catalizador excelente de su poder mágico, aparte de incrementar el carácter protector de la planta, potencia su capacidad visionaria, especialmente entre los días “13” y “31” del mes, ambos inclusive. De facto, la fuerza de Escorpio culmina durante la celebración de Samhain.
En el transcurso de estos días, podríamos decir que el uso de la Artemisa facilita la vivencia de viajes astrales y promueve el aumento de experiencias oníricas, desarrolla la intuición dando lugar a posibles eventos de clarividencia o percepción de señales. Además de activar la conexión con ancestros o guías espirituales de dimensiones superiores.
Desde el punto de vista energético, está supeditada a la figura simbólica de “la guardiana de los umbrales”, ya que su influencia ayuda a superar cualquier tipo de tránsito, bien sean cierres de ciclos propios del alma o etapas, duelos o decisiones que pudieran suponer un punto de inflexión en la vida cotidiana.
Si tenemos en cuenta que la energía del año entra en la fase plutoniana de “limpieza profunda", esta planta, que ya es de naturaleza purificadora, se vuelve aún más eficaz para limpiar el aura, los espacios y los pensamientos densos. Por lo tanto, no sólo favorece en los rituales de cierre, protección y transformación, su uso también refuerza las limpiezas energéticas de lugares o personas.
A través del velo de octubre descubrimos que es tiempo de transmutar bloqueos, ha llegado el momento de desarmar al ego para despojarlo de esa resistencia que nos atrapa en bucles infinitos de sufrimiento o
automatismo, es hora de remover lo estancado y liberar las emociones atascadas que nos impiden fluir en libertad hacia la mejor versión de nosotros mismos, de ahí la elección de la Artemisa, reconocida como “la hechicera, guardiana y guía de los mundos astrales”, ya que es la compañera ideal para rituales de “muertes simbólicas” y renacimientos, o en cualquier circunstancia que conlleve la alquimia interior tras el resurgimiento del ser renovado.
Su energía pasa por varias facetas, de ser protectora a ser reveladora, pasa de limpiar el aire a purificar el alma y su infusión o sahumerio, actúa no sólo sobre el cuerpo físico, sino que ejerce una influencia sanadora sobre el sistema energético hasta el punto de equilibrar el YIN y el YANG y regular la circulación del impulso vital para que fluya en armonía.
Como en octubre se genera el descenso de la savia, la fuerza de la planta retorna hacia la raíz, la Artemisa canaliza esta corriente descendente que simboliza el anclaje de la energía lunar en la Tierra mientras concilia cielo y cuerpo. Por esta razón, es aconsejable su uso en rituales de arraigo femenino, para que el cuerpo de la mujer se reconecte a la sabiduría cíclica de la memoria uterina, ya que, al ser potenciadora de su fuerza instintiva, intensifica el vínculo con el útero para conseguir la purificación emocional sanadora.
Bajo el influjo de La Luna Nueva de octubre, prevista para la noche del “22” , la energía de la Artemisa “la que guía en la oscuridad” alcanza su máxima expresión y nos enseña a mirar hacia la vacuidad absorbente que habita en el olvido de uno mismo, nos revela el “alumbramiento” de lo invisible sin temor de abrazar lo desconocido.
“Encender una vela o preparar una infusión de Artemisa con la influencia de esta luna, nos invita a dejar atrás las pieles viejas con el fin de emerger más conscientes, supone un acto de auto alianza y claridad interior, una chispa de magia estimuladora que desnuda el alma.”
Así mismo, las plantas de Artemisa cosechadas en octubre concentran más aceites esenciales, porque la savia se recoge entre el tallo y las raíces, con lo
cual, además de su poder místico, pasamos a tener una de las plantas más completas y antiguas en la medicina natural.
Como mencionamos anteriormente, su energía es lunar y femenina y la química que produce es profundamente depurativa, tónica y equilibrante, ya que trabaja sobre la sangre, el sistema nervioso, el útero y la digestión.
Dependiendo del remedio que se busque y siguiendo un uso tradicional, la encontraremos en diferentes formatos:
En Infusión ligera (1 g por taza), funciona como reguladora menstrual, como digestivo y calmante, puesto que tiene un efecto ansiolítico y antidepresivo suave, regula el sistema nervioso y ayuda a conciliar el sueño.
Y en este mes introspectivo, precisamente, propicia la serenidad emocional y contrarresta los efectos de la melancolía otoñal.
Pero debe evitarse en caso de embarazo y lactancia.
También podemos ingerirla en tinturas (un máximo de 5-10 gotas/día), cuando buscamos tonificar el sistema nervioso y necesitamos limpiar la sangre, su uso favorece la eliminación de toxinas a través del hígado y los riñones. Además, contiene tuyona, cineol y flavonoides, que son sustancias con acción antibacteriana, antifúngica y antiparasitaria.
Pero es muy importante controlar la dosis porque “la tuyona en exceso puede ser tóxica”, por lo tanto, esta opción se recomienda bajo prescripción de un facultativo que indique la cantidad adecuada en función de las condiciones físicas de cada uno.
Cuando se utiliza en aceite o cataplasmas calma los dolores menstruales y articulares, aunque hay que tener cuidado de no aplicarlo sobre heridas abiertas.
Puede usarse en sahumerios y baños rituales para realizar limpiezas energéticas y espirituales. Si la combinamos con “salvia” o con “laurel", se potencian los efectos de las plantas tanto en la combustión de las hierbas como en el baño ritual.
Pero hay que tener cuidado si se mezcla con lavanda o romero, no está prohibido el uso conjunto pero su combinación exige equilibrio, ya que cada una tiene vibraciones y elementos dominantes distintos, juntas pueden crear un exceso de estímulo energético si no se armonizan bien. Es preferible usar pequeñas cantidades o quemar cada planta de manera secuencial, no todas a la vez.
Y concluimos con la aplicación en forma de “moxa”, cuya apariencia puede ser como la de un puro, un cono o lana vegetal que se elabora a base de compactar las hojas secas y trituradas de la Artemisa. Cuando se enciende, arde lentamente y genera un calor profundo y penetrante que incide sobre la piel sin llegar a quemarla.
La moxa es una de las herramientas más antiguas de la medicina tradicional china, se utiliza aplicando calor terapéutico sobre puntos específicos del cuerpo, normalmente los mismos que se usan en acupuntura, especialmente en zonas que necesitan “YANG”, donde hay carencia de calor, falta de movimiento y se percibe la vitalidad baja. Con el calor, aparte de estimular el “Qi” o el flujo de la energía vital, también activamos la corriente sanguínea, de tal manera que se disuelven los bloqueos energéticos, se expulsa el frío y la humedad sobrantes y se refuerza el sistema inmunitario con bastante rapidez.
La Artemisa fue elegida para este uso porque concentra la energía lunar y el fuego interno de Marte, además de su potencia medicinal.
Es literalmente “la luz de la luna convertida en fuego sanador”.
El mensaje de La Artemisa:
“Quien bebe mi savia, recuerda. Quien quema mis hojas, purifica el alma.
Y Quien conmigo sueña , regresa al templo de Gaia,
donde el fuego y el agua se abrazan sin miedo.
Camina conmigo en octubre y aprende que el misterio de la transformación,
es soltar lo que ya está muerto
para florecer más sabia, más libre y más auténtica.”